sábado, 29 de septiembre de 2007

El general

La última batalla del teniente general Gabeiras fue ecológica. Muy joven, luchó como artillero en el bando franquista y luego combatió en Rusia en la División Azul. La vida da muchas vueltas: la primera escritura galaica, en granito y con punzón de sílex, es el laberinto. José Gabeiras era jefe de Estado Mayor el 23-F y fue la inteligencia ejecutora que desmontó el golpe. El joven artillero vencedor en la guerra, desarmó de verdad al franquismo cuatro décadas después. Fue él, en persona, quien detuvo a los jefes golpistas. Primero, a Armada. Luego, a Milans. Pero el último puesto del teniente general Gabeiras fue el de presidente de honor del Comité Ciudadano de Emergencia para la ría de Ferrol. A esa misión se entregó en cuerpo y alma. Y ése era su blasón, presidir un comité ecológico, cuando falleció en enero de 2005. Amaba la ría de Ferrol y se opuso a la instalación en el interior de la bahía, en el enclave natural de Mehá, de una gigantesca regasificadora. Le repugnaba la ubicación en el corazón de la ría de esa planta potencialmente peligrosa, mientras se estaba construyendo un costoso puerto exterior, que sería el emplazamiento adecuado. Ahora, los grandes barcos gaseros han de entrar por la angosta embocadura y en horas de pleamar. Pero también le repugnaba el método. Todo se hizo con el máximo sigilo, con una red de poderosas complicidades y con represalias a los técnicos o funcionarios discrepantes. El comité que presidió Gabeiras ha publicado ahora un libro revelador que pone los pelos de punta: "Los muros del silencio". Como los pone la visión de un documental sobre este asunto, "El salario del miedo", obra de Enrique Banet y Mabel Rivera. Cuando se unió a los vecinos opuestos al proyecto, Gabeiras recibió la llamada telefónica de un preboste conservador. Tras una introducción zalamera, el dirigente político le espetó: “¿Sabe usted, general, con qué compañías anda?”. Hay gente que no se corta un pelo. Cuando el negocio está en marcha, son muy igualitarios: lo mismo les da amedrentar a una mariscadora que a un ex jefe del Estado Mayor. A los 88 años, Gabeiras cumplió con honor y valor su última misión patriótica: denunciar la injusticia.

Manuel Rivas, El País, 29 de septiembre de 2007

Ya escribí en su día sobre la planta de regasificación de GNL que se ha levantado en la ría de Ferrol y su manifiesta ilegalidad. Los más de 10 pleitos siguen su curso (aunque sea algo que aparezca ahora en los medios de comunicación, los veciños llevan luchando desde 1999 y la defensa jurídica comenzó en el año 2000). La razón está de nuestra parte, sólo queda que decida un juez que, al menos, debe ser la mitad de valiente que el hombre del que habla hoy Rivas, Don José Gabeiras Montero.

martes, 25 de septiembre de 2007

Adelante

"¿Tropezáis con uno que miente?, gritadle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba?, gritadle: ¡ladrón!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritadle: ¡estúpido!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre!"

Del prólogo de "Vida de Don Quijote y Sancho" de Don Miguel de Unamuno.

Éste era uno de los libros favoritos de mi abuelo. A menudo me contaba maravillas de él. Opinaba, con toda la razón del mundo, que existía demasiado estudio alrededor del Quijote, demasiada enredadera discursiva dándole vueltas a los dos tomos y que, seguramente, Cervantes se reiría con ganas de tanta interpretación; pero que Unamuno era distinto, que en esta obrita, Don Miguel, conseguía llegar al alma del Ilustre Hidalgo.

Mi abuelo hace más de tres años que ya no está. Aquél libro no he vuelto a verlo en la estantería donde lo guardaba. No creo que estuviese muy de acuerdo con otras obras de Unamuno, ideología le obligaba. Pero estas palabras me lo han devuelto hoy, y me han llenado de una fuerza inmensa; todo parece oler a Montecristos y a Varón Dandy, a risas cortas y a abrazos fuertes, a trajes cosidos por Ino y a sombreros para el invierno, a pasos pequeños y alegres, percusionados por un bastón que apenas toca el suelo. Y ahí va, sonriente, mientras se agarra de su brazo la mujer de los ojos de color violeta. Adelante, abuelo, adelante siempre.

viernes, 21 de septiembre de 2007

2 pajarracos





Resaca de las buenas. Las entradas nos situaban en el mismo techo del Palacio de los Deportes, y decidimos bajarnos al suelo, donde se podía fumar y beber....

Hacer una crónica de un concierto de estos dos señores juntos es disparar directamente a la línea de flotación de mis recuerdos. Desde el Renault 14 hasta la actual gama alta de los alemanes, en todos los coches de mi padre ha habido un disco de alguno de ellos. ¿Qué puedo decir? Cada acorde traía una emoción distinta, que regada con whisky parecíar querer hacer explotar el pecho que la albergaba. Sólo podía llorar, cantar, bailar y, por supuesto, subirme a hombros de un amable desconocido que nos invitó a otra copita...Hubo ausencias notables, pero era previsible, no se pueden meter más de 50 años de canciones -si sumamos a los dos- en 3 horas...

Y lo graciosos que estaban. Y cómo canta Serrat. Y qué feliz se veía a Sabina. Y otro White Label que aún quedan canciones....

Y vamos, bajando la cuesta, que arriba, en mi calle, se acabó la fiesta...Y que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel....

martes, 18 de septiembre de 2007

Lo cierto

“Realmente decimos que la hora de la muerte es incierta, pero cuando lo decimos nos representamos esa hora como situada en un espacio vago y remoto; no pensamos que tenga la menor relación con la jornada comenzada ya y que pueda significar que la muerte –o su primera toma de posición parcial de nosotros, después de la cual ya no ha de soltarnos– podrá producirse esta misma tarde, tan poco incierta, esta tarde en el que el empleo de todas las horas está regulado de antemano. Tiene uno empeño en salir de paseo para alcanzar en un mes el total de aire sano necesario; ha vacilado respecto de la elección del abrigo que debe llevar, del cochero a que llamará; está uno en el coche, tiene por delante toda la jornada corta, porque quiere uno volver a tiempo para recibir a una amiga; quisiéramos que hiciese también buen tiempo a la mañana siguiente, y no se sospecha que la muerte, que caminaba en nosotros en otro plano, en medio de una impenetrable oscuridad, ha escogido precisamente este día para salir a escena, dentro de unos minutos…”


Es de Marcel Proust, de "El Mundo de Guermantes", la tercera de las siete novelas que constituyen el Himalaya de la literatura del siglo XX; En busca del tiempo perdido
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Leí hace unos días este fragmento y no sé cómo sacármelo de la cabeza. Así que he decidido que lo mejor era compartirlo. La primera sensación es escalofriante, parece que al abrir la puerta del baño de la oficina te la vas a encontrar disfrazada de Jedi y con la guadaña, esperándote. Lo cierto es que será así, en el baño, en la calle, en el coche, en la cama o en cualquier otro sitio; y que puede que la veamos llegar, despacito, o que ni siquiera nos dé tiempo a mirarla a los ojos.

Pero es la única certeza que tenemos desde el primer momento, ella vendrá. Y esta afirmación hace, que de alguna manera, el mañana no exista; que haya que desempolvar el carpe diem y que se deban asumir como propios algunos lugares comunes que son impepinables: hay que empeñarse en ser feliz, defender la alegría y disfrutar cada instante, porque nunca sabemos cuando va a dejar de sonar la música...

sábado, 8 de septiembre de 2007


jueves, 6 de septiembre de 2007




La vuelta a Madrid ha sido tan intensa que este año la depresión post-vacacional sólo ha podido durar minuto y medio del café del lunes. Como he comentado muchas veces con Alfonso, septiembre es el comienzo real de año, el momento de la siembra de buenas intenciones, la oportunidad de cambiar lo que, tras las reflexiones en la tumbona, se ha reconocido como erróneo, innecesario o, simplemente, feo.

Y éste se presenta eminentemente formativo: académica (Másters del Universo preparaos, que voy), automovilística (que ya me vale) y corporalmente (los gimnasios y yo). Mi propósito es poder tomármelo todo con cierta calma, sin agobios y sin comida de uñas constante...

¿Las vacaciones? Conseguí llegar a la indolencia absoluta: la gran preocupación diaria era analizar la evolución de las nubes. Baterías recargadas. Y a empezar de nuevo.