Siempre fue la tristeza
un dócil animal de compañía
con el que yo he jugado algunas tardes.
Sin apretar los dientes me estiraba del brazo,
paseaba conmigo, se sentaba a mis pies
en los fríos inviernos.
En los días aciagos, por probar su obediencia,
le lanzaba mi alma, y ella me la traía
dulcemente empapada en su aliento doméstico.
Siempre fue la tristeza
un dócil animal de compañía,
que hace tiempo ha adoptado
esta fea costumbre de morder a su amo.
Vicente Gallego "La plata de los días"
Siento repetirme con Vicente, pero es que la herida del mordisco parece que quiere volver a sangrar. Y me toca lavar y tender todas las antiguas vendas que vea por casa para evitar la hemorragia. Por cierto, pese a todo, 7 días, 5 horas y 58 minutos sin comerme las uñas.